La artesanalidad propia de Campagnolo otorga al sacacorchos su carácter distintivo y único. Todas y cada una de las fases de su proceso productivo se realizan en Vicenza, en manos de quien, desde hace años, usa la propia experiencia para dar vida a los productos firmados Campagnolo.
La calidad de los materiales y los acabados muy cuidados acompañan las sinuosas formas de las varias partes. Cada componente representa un rasgo característico de la marca Campagnolo. Lo son los tornillos que todavía hoy derivan de un plato Super Record de los años ’70, elemento que guarnecía las bicicletas de los fantásticos mitos del ciclismo del pasado: Merckx, Indurain, Gimondi.
Una campana telescópica autocentrante sitúa la espiral exactamente en la parte central del tapón; una vez introducida la espiral, las dos palancas hacen salir el tapón con facilidad y delicadeza. Se evita de esta manera sacudir la botella, lo que podría levantar los posos típicos de los vinos envejecidos. Además, el sacacorchos ha sido concebido de manera que no sea posible perforar la parte inferior del tapón, para evitar que trocitos de corcho caigan en el vino.
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